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jueves, 15 de enero de 2015

Fallo en Matrix

Hoy he vuelto a pasar por delante de la puerta del Alimerka en la que se apuesta un sudamericano para pedir limosna.
He visto frente a esa puerta gente pidiendo para el viaje de vuelta a su país, gente bien vestida que se tapa la cara para pedir, alguna que otra mujer. Pero desde hace varias semanas, quizá meses, no lo recuerdo bien, está ahí este chaval.
Cada día que paso por allí me dice: Buenos días, señor, y me clava una daga con su educación.
Al principio se sentaba en el suelo, el suelo frio de León en el que se ha pasado todas las Navidades pidiendo por las mañanas. Hace unos días observé que ahora ya se llevaba una banqueta. Incluso hoy ya directamente estaba en la puerta de salida del supermercado, resguardado en la esquina de la entrada de los tres grados bajo cero que marcaba mi móvil cuando salí.
Últimamente me pregunto, si le doy dinero durante cuanto tiempo podría hacerlo, o si a todo el barrio le está sucediendo como a mí, que a veces me dan ganas de decirle, ven, te invito a un te caliente, por ejemplo, aunque el problema es que mañana va a seguir allí y me miraría esperando que en cualquier momento lo vuelva a hacer. Sin embargo me inspira compasión y ha despertado en mi la necesidad de escribir algo más comprometido con la humanidad. Es duro ver a alguien pidiendo, pero ver a la misma persona dia tras dia y saber que no es un colgaillo que te pide una libra pa liarse un canuto, y no hacer nada... Personalmente me trastoca, me hace pensar y me aliena. Quizá por eso será el protagonista de algún relato que aún se está dibujando en mi mente... Quizá la publique en internet y vaya con él a pachas con los cuatro duros que saque, ejem, no lo veo. Lo más realista sería sacarle una foto de cuando en cuando y pagarle por posar para mi. Al menos así los dos tendríamos algo que sacar de este fallo en matrix. Mañana seguiré al conejo...

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