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domingo, 3 de mayo de 2015

La balada del país de los ciegos

Dicen que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. Técnicamente así es, puesto que el tuerto es la única persona que puede guiar al resto hacia algún lugar que no suponga el descalabro de alguno de sus acompañantes.
Sin embargo, en el país de los ciegos no había tuertos por aquel entonces y cada uno hacía su vida como buenamente podía: a tientas, unas veces acertando y otras recibiendo el golpe frontal más inesperado.
Pasó que un día una joven ciega que se sentía importante quiso ser reina y fingió ver algo por un ojo. Todos levantaron los brazos en señal de victoria, esperanzados de que aquella persona tuerta les guiara y sus encontronazos terminaran.
Decía ella: -vayamos a la izquierda -y todos la seguían.
-Vayamos a la derecha -y ese camino escogían.
Poco a poco fue faltando gente. Algunos murieron aplastados contra el suelo al caer por un acantilado. Otros se quemaron en las brasas de una hoguera. Algunos otros se congelaron, perdidos en el bosque. Ella siempre enviaba alguien delante que moría en su lugar, sabía que era ciega, así que no se arriesgaba nunca y además era la reina. Cuando algo fallaba bastaba con justificar las ausencias diciendo que ese no era el camino que había dicho, que era más a la izquierda, o que se habían separado y no la habían hecho caso...
Todos fueron muriendo hasta que sólo quedo la falsa tuerta y otra mujer ciega que no acostumbraba a dejarse llevar por el famoseo de la líder de los ciegos muertos.
Esta mujer consiguió a tientas llegar al mundo de los que ven y se operó la vista. Consiguió ver algo por un ojo y con ese ojo quiso volver a su país para saber la verdad.
Y ésta no era otra que la ceguera total de la reina tuerta, la reina de los ciegos que estaba tan ciega como los demás, pero fingía ser tuerta para ser reina... Decidió seguirla como súbdita por un tiempo, el justo y necesario para que le dijera: -tienes delante un maravilloso jardín donde pasear, ve y disfruta de él.
En realidad pudo ver un pantano de suelo informe. Caminó delante de ella y se agarró a un árbol de la orilla para a continuación decirle a la reina:
-si que parece hermoso, acompañame en el paseo, Majestad.
Y la reina ciega murió en el pantano de arenas movedizas sin reconocer sus culpas por cobardía y orgullo, pues no creía que su súbdita viera algo.
Fue así como la verdadera tuerta se convirtió en reina del país de los ciegos, más bien del país de los ciegos muertos, y no teniendo nadie sobre quien gobernar, se dirigió al mundo de los que ven para no volver jamás, con la esperanza de encontrar el camino a la felicidad sin que nadie la intentara conducir al abismo con falacias.

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